Ayer dije que hoy iría al gimnasio... y no lo he hecho. Esta mañana sí que he estado haciendo gestiones por el centro de Barcelona. He ido a un montón de sitios, andando, a buen ritmo. En total he andado 2 horas largas (parando lo que he tenido que esperar para que me atendieran en el Ayuntamiento y el rato que he tardado en repetir las liquidaciones de los Impuestos de Sucesiones que no se habían imprimido bien y que me han hecho repetir a mano en Hacienda). Pero no es lo mismo que ir al gimnasio. Encima... en vez de ir al gimnasio he ido a merendar.
No se hizo Roma en un día...
Hoy, antes de salir de casa, he comido un yogur, con un puñado de nueces y una cucharada de copos de avena. A media mañana he desayunado: bocadillo pequeño de jamón serrano y café con leche.
La comida, de tupper, plato único, pero completo: verduras salteadas (berenjena, cebolla, pimiento rojo y pimiento verde, calabacín y zanahoria) con trocitos de pollo y arroz blanco. De postre, un yogur desnatado con trocitos de fresa (inapreciables, casi).
Mi pareja ha venido a buscarme en el trabajo, y en vez de ir al gimnasio hemos ido a merendar. Maaaal. Café con leche y croissant (de chocolate).
Y ahora, mientras actualizo, él está preparando la cena: pizza (hecha en casa, al menos) de atún. Una para los dos. Y una manzana. Que hoy no he comido fruta.
A pesar del croissant y de la pizza estoy relativamente contenta. Controlo las cantidades que como. Y llevo 5 días (desde el chocolate del viernes) que no he picoteado lo que no tocaba.
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